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Libertad y compromiso

Llibertat i compromís

En estos días de confinamiento, nuestra libertad se ve limitada. Nos encontramos en unas circunstancias en las que el Estado limita muchos derechos y deberes de los ciudadanos. Hay personas que lo encuentran bien, porque estos recortes pueden evitar un mal mayor que afectaría la salud de las personas. Pero hay también mucha gente que considera que la libertad es un derecho sagrado, que cada vez estamos más limitados y controlados, y que el gobierno de turno aprovecha esta crisis para incrementar su poder, por otros motivos mucho menos saludables.

Esta reflexión me lleva a pensar en la libertad personal y de qué manera la relación de pareja la afecta o la constriñe, especialmente estos días que la convivencia es prácticamente absoluta para muchas parejas.

Hace unos años, el psicólogo estadounidense Robert Stenberg propuso una interesante teoría triangular sobre el amor (no sobre el amor triangular, ¡claro!).

Según él, el amor consumado, es decir, más «completo», es el resultado de la comunión perfecta de tres componentes: pasión, intimidad, y compromiso. La pasión es el deseo del otro, que busca la unión física y / o emocional; la intimidad es el conocimiento del otro y la confianza en lo que es, lo que hace y lo que siente; el compromiso es la voluntad de mantener el vínculo y la asunción de la responsabilidad para perpetuar el afecto. La pasión es el elemento más rápido y al mismo tiempo el más efímero, mientras que el compromiso es el que requiere más tiempo para consolidarse. Sus estudios le permitieron concluir que las parejas más estables a lo largo del tiempo eran aquellas que demostraban un mayor grado de compromiso.

Ahora bien, en esta teoría ¿dónde queda la libertad? Nada dice de ella o, al menos, no le da un papel preponderante. Pero sabemos que una relación de pareja saludable es aquella presidida por un alto nivel de libertad. La exigencia, el apego, la dependencia, en definitiva, no nos hace felices porque depositamos en la pareja la responsabilidad de nuestra propia felicidad. Cuanto más responsabilizamos a la pareja de nuestro bienestar, más frustración podremos sentir, porque ponemos el destino de nuestras vidas en manos de otra persona. El miedo al abandono o la soledad nos vuelve vulnerables y dependientes, no nos hace libres. Y como el miedo es la antítesis de la confianza, cuando este miedo se instala en nuestro corazón no lo hace solo, sino acompañado de la suspicacia y los celos. Entonces la angustia aparece tarde o temprano. Por lo tanto, tal vez habría que preguntarnos si estamos en pareja por una decisión plenamente libre o, en cambio, por una cuestión de necesidad y dependencia. En este segundo caso, aunque no haya plena libertad, mientras la pareja cumpla nuestras expectativas nada tambaleará. Pero si las expectativas se rompen… entonces sufriremos.

¿Hasta qué punto son excluyentes la libertad y el compromiso? Parece que la libertad debería ser algo «libre» –valga la redundancia– de cualquier tipo de compromiso.

Quizás la respuesta la tiene Paulo Coelho cuando dice: La libertad no es la ausencia de compromisos, sino la habilidad de elegir y comprometerme con lo que es mejor para mí.”

Por lo tanto, si elijo vivir en pareja o tener una familia, ¿qué tal si me comprometo verdaderamente?

(PhotoThanks: Ignacio Ceballos)

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