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La comunicación tóxica

La comunicación sirve para entendernos. Aunque esto lo sabemos todos, a menudo con la comunicación nos hacemos daño. Lo que debería ser una herramienta para mejorar la convivencia, a veces se convierte en un arma para atacar. Una palabra amable, amorosa y comprensiva puede sanar y apaciguar el dolor del otro; pero una palabra también puede actuar como un veneno, generando malestar a quien la reciba. En muchas ocasiones el problema no viene tanto de QUÉ decimos, sino de CÓMO lo decimos.

La comunicación tóxica es la que genera confusión o culpabilidad. Los conflictos en la pareja se generan, la mayoría de las veces, por una comunicación poco clara o dañina. La ambigüedad y la acusación son aspectos que deberíamos evitar siempre.

Permitidme que os sugiera tres recursos que os ayudarán a mantener una comunicación eficiente:

  1. Concreción: Sed concretos cuando deseéis pedir algo a otra persona. A menudo, nuestro lenguaje es ambiguo porque tenemos miedo a la reacción del otro o simplemente porque nos cuesta pedir y queremos que el otro sepa qué necesitamos sin necesidad de expresarlo. La comunicación de adulto a adulto implica pedir lo que cada uno necesita de forma clara y respetuosa. Y, esto especialmente dedicado a los padres, no olvidéis que el alma aprende con frases cortas. Los sermones cansan y dispersan la atención sobre eso concreto que queremos transmitir.
  2. El pasado dura 24 horas: ¿Cuántas veces no nos enrocamos en discusiones sobre experiencias dolorosas del pasado que cada uno recuerda o justifica de forma diferente? Sacar cosas del pasado una y otra vez es una pérdida de energía que resulta ineficaz y desgasta la relación. Cuando ocurre algo que me desagrada, debo buscar el momento adecuado, que vaya bien a los dos o más interlocutores, para hablarlo con serenidad, sin esperar a que el malestar fermente. Hay que hablar cuando el tema es reciente, pero no en caliente, porque entonces las palabras se descontrolan y hieren.
  3. Eliminar del vocabulario la palabra “TÚ”: Una conversación saludable sobre lo que me ha afectado o herido debe expresarse desde el YO, no con el dedo acusatorio del TÚ. Lo que YO siento, lo que YO necesito, lo que YO te pido… Estos son los tres pasos de la Comunicación No Violenta. Es necesario centrarse en los hechos y en cómo me afectan. El “tú eres…” es un misil que va dirigido contra la identidad de la otra persona y la hiere, por lo que se pondrá, probablemente, a la defensiva.

Si es necesario, pacta con tu pareja e hijos estas sencillas reglas. Esto os ahorrará muchos conflictos.

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