Las grandes corporaciones y empresas saben que para mantenerse competitivas necesitan invertir en investigación y desarrollo. La base de esta estrategia es la creatividad. El ser humano necesita ser creativo, no tanto en un sentido estético sino práctico. La creatividad es un recurso necesario para adaptarse a los retos que nos presenta la vida y para resolver problemas, ya que nos permite probar las cosas con nuevos puntos de vista. Sin creatividad seríamos como moscas que intentan atravesar el vidrio de una ventana sin explorar nuevos caminos.
Los padres educan, crían, protegen, soportan los hijos …, pero sabiendo que algún día estos volarán del nido y se tendrán que espabilar solos para superar retos y resolver conflictos. De hecho, antes de que se independicen, la vida ya les pone en esta tesitura. A veces, tenemos mucho interés en que nuestros hijos aprendan la lección -que a menudo depende mucho de la memoria-, pero los conocimientos memorísticos y la información no les ayudarán tanto a tener éxito en la vida como el espíritu creativo. La creatividad es esencial para la supervivencia humana.
La imaginación y la confianza son claves para la creatividad, ya que dan ese punto de atrevimiento al pensamiento y la acción para probar cosas nuevas. Los niños llegan a este mundo curiosos, como exploradores deseosos de experimentar. Respecto a la confianza… nacen confiados y así continúan hasta que el miedo les roba la espontaneidad. Por lo tanto, ya tienen en sí mismos el germen de la creatividad. En relación con esto, a los padres más miedosos les diría: lo que importa no es no cometer errores, sino aprender de ellos. Para el niño, la vida es una aventura creativa.
La confianza es tal vez lo que diferencia más claramente el concepto de creatividad entre Oriente y Occidente. En Occidente relacionamos más la creatividad con invención y resolución de problemas, tiene más que ver con el hacer; en Oriente se relaciona más con la capacidad de adaptación y el respeto hacia el entorno, tiene que ver con el ser.
Como dice Daniel Goleman, en su libro El espíritu creativo (Ed. Zeta), «Nuestra experiencia de la creatividad en la infancia modela gran parte de lo que hacemos en la adultez, desde el Trabajo Hasta la vida familiar«. Y añade: «El espíritu creativo incipiente se alimenta del aliento y se marchita con la crítica«. Por eso es mejor aplaudir el esfuerzo que premiar o juzgar los resultados.
Para que una criatura desarrolle su creatividad, necesita tiempo, oportunidades, confianza y valor. Este año, en mi carta a los Reyes de Oriente, les he pedido estos cuatro regalos para todos los niños y niñas del mundo. Papis, ¡dejadlos disfrutar de estos regalos, por favor, durante todo el año!
