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Herramientas para la comunicación: la asertividad

Algo que a menudo aparece cuando hay conflictos con los hijos son los gritos. De hecho, el nivel de decibelios de nuestra comunicación es un buen indicador del estado de salud de la relación. Si los padres gritan, los hijos tenderán a hacerlo también. Un grito no es señal de serenidad, sino que indica frustración, incorpora la agresividad en el habla y, evidentemente, demuestra falta de recursos.

La asertividad es un recurso necesario para la buena comunicación. Es una habilidad emocional, porque requiere tener plena conciencia de lo que sentimos y nos ayuda a gestionar mejor nuestras emociones. También se le llama comunicación no violenta. Evita discusiones y facilita la escucha, requisito necesario para podernos entender.

La asertividad es la capacidad de expresar nuestra opinión o nuestras ideas, de una manera serena y sin agresividad. La clave reside en hablar desde el YO, en lugar del TÚ acusatorio. «Necesito que respetes lo que te comprometiste el otro día …», es una frase asertiva. «Nunca cumples tus compromisos …», no es una frase asertiva.

La asertividad consta de 4 pasos:

  1. Saber describir qué ha pasado sin interpretar ni juzgar, siendo lo más objetivo posible. Por ejemplo: «Habíamos quedado a las 4 de la tarde y te has presentado a las 5».
  2. Identificar qué siento: «Me siento frustrada, enfadada, no respetada».
  3. Tomar conciencia de la necesidad que ha sido desatendida: «Necesito que respeten los compromisos para poder atender mis responsabilidades sin enojo ni frustración y con el tiempo necesario para atenderlas con tranquilidad. También necesito sentirme respetada, que me tengan en cuenta «.
  4. Hacer la petición: «La próxima vez que te comprometas a algo, quisiera que lo hicieras. Si no puedes, dímelo con tiempo para que podamos buscar una alternativa «.

Si sus hijos gritan, escúchalos primero. Ayudadles a expresar qué ha pasado. A veces hay que calmarlos previamente; la serenidad es importante. Después, ayudarles a poner palabras a lo que sienten. No es lo mismo estar triste que frustrado, por ejemplo. La conciencia de lo que sienten permitirá luego saber qué necesidad hay detrás y el grado de importancia para ellos. También ayuda a encontrar diferentes maneras de satisfacerla. En este punto radica la diferencia entre una comunicación no violenta (basada en lo que necesito), de una agresiva (basada en el insulto o la acusación). Cuando hablo desde mi necesidad no ataco al otro, porque estoy en el YO. A partir de la necesidad podrán plantear la petición que evitará que vuelvan a sentir el disgusto que han sentido anteriormente. Como toda habilidad, la pericia se consigue con la práctica.

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