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Desórdenes familiares

Una familia es un sistema; es un conjunto de individuos que se relacionan entre sí a partir de unas normas o estilos de convivencia más o menos explícitos. Es evidente que existen familias que se relacionan armónicamente, otras de forma persistentemente conflictiva y otras que oscilan entre momentos de bienestar y momentos de malestar.

La familia es un sistema jerárquico, pues no todos sus miembros tienen las mismas responsabilidades. Esto se pone de manifiesto cuando comparamos las “obligaciones” que recaen en los padres con las que asumen los hijos, pero aun entre hermanos de edades dispares podemos ver también estas diferencias. Sin embargo, la posición de los padres debería ser siempre igualitaria.

Cuando un miembro de la familia no ocupa el lugar que le corresponde dentro de la escala jerárquica, el orden se altera y aparece el conflicto y el sufrimiento. Ejemplos de desórdenes familiares son:

  • Uno de los padres quiere ocupar un puesto de privilegio o de poder sobre el otro y lo desautoriza ante sus hijos.
  • Uno de los padres excluye de su mirada cariñosa al otro y coloca en su lugar a un hijo o hija. A veces incluso hace responsable de su felicidad a ese hijo.
  • Los hijos se hinchan de orgullo y se sienten superiores a los padres.
  • Los hermanos entran en un juego de poder entre ellos, consentido por uno o ambos padres.

El orden en la familia siempre tiene su origen en el orden de llegada: primero fue la pareja y después vinieron los hijos. La llegada de los hijos muchas veces cambia el orden y la pareja deja de cuidarse, deja de considerar que ellos son los puntales del sistema familiar, dejan de prestarse atención y cuidarse, y dejan de tener momentos de pareja. Habitualmente, el año posterior al parto, la sexualidad y el tiempo exclusivo de pareja quedan afectados, pero el cariño y la ternura pueden y deberían seguir existiendo. Pasado un período de lactancia razonable, la sexualidad y el tiempo de pareja debería recuperarse como un vínculo creativo, saludable y necesario.

¿Y qué ocurre cuando una pareja con hijos, por el motivo que sea, decide separarse? Entonces la prioridad la tienen los hijos, incluso frente a parejas posteriores. Una nueva relación debería respetar siempre la prioridad que sus hijos tienen por el padre o la madre que los tiene. Las decisiones que corresponda tomar a los progenitores siempre deben velar por el bienestar presente y futuro de los hijos. Los padres ya no son pareja, pero siguen siendo responsables de su crianza y educación. El bienestar de los hijos lo merece.

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