Psicología sistémica y Coaching

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¿A qué jugamos?

Cuando nos relacionamos con alguien, lo hacemos siempre adoptando un rol, actitud, postura. Podemos presentarnos como una persona simpática, desconfiada, servicial, autoritaria, víctima, etc., según el momento y cómo se presente al otro. Esto, evidentemente también ocurre con la pareja. Una vez elegido el rol o personaje, interactuamos. Podríamos decir que el «juego» ha empezado.

El juego, el encaje, queda definido por los personajes elegidos, por lo que hay una reglas que regulan la relación. Estas reglas son siempre establecidas por consenso entre ambas partes -de forma consciente o inconsciente-.

En la pareja hay tres formas de encajar no saludables, que no permiten el crecimiento de la relación; y una forma saludable, que permite el desarrollo personal desde el respeto mutuo. Porque una relación de pareja nunca debería ser el destino final de un viaje, sino un espacio de aprendizaje y crecimiento personal y compartido. Los tres juegos no saludables serían:

  • Padre/madre – hija/hijo: Se da cuando uno de los miembros tiene la necesidad de ser protegido y cuidado, y el otro tiene la necesidad de proteger y cuidar. La causa de estas actitudes se encuentra habitualmente en los programas heredados de les respectivas familias de origen.
  • Maestro – alumno: Ésta es también una relación desigual. Uno es el que sabe lo que hay que hacer, pensar o decir en cada momento, y el otro habitualmente no tiene un criterio suficiente para cuestionar lo que dice el “maestro”.
  • Perpetrador – víctima: Éste es otro de los patrones habituales entre parejas. En ocasiones, los roles se intercambian por turnos, estableciéndose una relación de reproches recíprocos. Lamentablemente, hay parejas que basan su vínculo en un conflicto continuado.

¿Alguno de estos juegos te resuena? Si es así, no olvides que se trata de un «juego» en el que a menudo alguien o nadie se lo pasa bien. ¿Qué rol tomas tú en este juego? ¿Sabías que el personaje que eliges podría ser diferente, pero que tu conducta habitual te acaba haciendo creer que es el único posible?

Dado que en los tres casos anteriores existe una evidente desigualdad, el juego saludable es aquel que se establece en el marco de la igualdad y la dignidad mutuas. Surge cuando nos relacionamos recíprocamente como adultos. Actuamos como adultos cuando tenemos en cuenta tres cosas: las necesidades propias, las de la pareja y las de la relación -que pueden ser distintas-. El adulto para, respira, piensa y actúa. Es una persona consciente de las heridas que lleva y cuida mucho de no herir al otro. La dignidad y el respeto guían siempre este juego saludable. ¿Te apuntas?

 

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