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Cómo amargarse la vida

Amargarse la vida es muy fácil. De hecho, cada vez que abrimos la boca para decir algo se nos presenta una maravillosa ocasión para sentirnos frustrados, incomprendidos o hacer la vida más desagradable a las personas con las que nos relacionamos. Si quieres, conseguirlo, sólo tienes que seguir las siguientes indicaciones.

  • Ten la razón siempre. Tú tienes la razón absoluta sobre lo que ocurre o lo que es cierto. El mundo iría mucho mejor si todo el mundo viera las cosas como tú. Es necesario que justifiques tu punto de vista sin escuchar a los demás. Mejor incluso si no les dejas hablar. Y si el otro no escucha ni entiende, impón tus ideas con amenazas o chantajes emocionales. Mejor tener la razón que una relación.
  • Aconseja a los demás, aunque no te lo pidan. Tú sabes lo que los demás necesitan, incluso mejor que ellos mismos. Si alguna vez se te ocurre respetar el destino que las otras personas eligen para sus vidas, sacúdete enseguida esta idea de encima. Están equivocados y necesitan que los corrijas de inmediato. La gente va muy perdida y necesitan una guía, aunque no quieran reconocerlo.
  • Juzga a los demás por lo que son y no por lo que hacen. A ser posible no hables nunca de tus necesidades ni de lo que sientes cuando estas personas actúan de determinada manera. Saca a tu dedo acusador y empieza todas tus frases con “Tú eres…”. La mejor defensa es un buen ataque. Si centras la conversación en lo que es el otro, evitarás hablar de ti mismo, lo que evidentemente es una pérdida de tiempo. La empatía es por los débiles.
  • Siempre que puedas, pon en evidencia los errores que otros han cometido en el pasado. Tu dolor por lo que ocurrió hace quizás diez años y el rencor que mantienes hay que alimentarlos regularmente para que no desaparezcan. Siempre es un buen momento para recordar lo que me hizo daño y así hacer sentir al otro culpable de mi malestar.
  • Nunca valores positivamente nada de los demás. No sea que se consideren buenas personas, útiles o, lo que sería más peligroso, que los veas superiores a ti en alguien aspecto. Por eso, el sarcasmo es una herramienta infalible para desautorizar o devaluar a cualquier persona, por competente que sea. El poder se logra siempre minando la autoestima de los demás. En una relación, sólo uno puede ser el poderoso. Y ese mejor que seas tú.

No tengas ninguna duda, siguiendo estos consejos serás la persona más amargada del mundo.

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